En los últimos años, el poder de la reputación corporativa se ha convertido en un tema importante tanto a nivel científico como en la práctica profesional. La imagen positiva de una empresa en cualquier sector apoya las ventas de los productos y servicios existentes, respectivamente, al tiempo que contribuye al éxito de la introducción de nuevos productos y servicios. Cabe destacar que la mayor parte de la reputación corporativa forma parte del balance de la empresa como tamaño capitalizado y se valora como tal en caso de adquisiciones, alianzas estratégicas o empresas conjuntas.
Un gran número de empresas reconocen los beneficios empresariales de la RSE como política y práctica. Simultáneamente, una nueva práctica que no deja de ganar terreno en la inversión mundial es la denominada "Inversión Socialmente Responsable". Estas inversiones son especialmente populares, no sólo entre los grandes inversores, sino también entre las pequeñas empresas, las compañías de seguros e incluso los inversores particulares, que las consideran una de las herramientas más eficaces al servicio de los objetivos sociales y medioambientales de la responsabilidad social de las empresas. Además, como típica oportunidad win-win, combinan el rendimiento económico minimizando los riesgos en términos económicos, sociales y medioambientales.
Sin embargo, surge una pregunta: ¿Implican las inversiones socialmente responsables costes para los inversores en forma de menor rendimiento, como que los alimentos ecológicos son más caros que los convencionales? Aunque esto es teóricamente posible, ya que la Citigroup Smith Barney observa, puesto que reduce las opciones de los inversores, los datos empíricos dan respuestas contradictorias que, en última instancia, no excluyen la posibilidad de rendimientos aún más elevados.